Cuanto tiene que sucedernos para encontrarnos con nosotros mismos, cuanto tiempo debemos tirar a la basura para darnos cuenta de que ese tiempo ya paso y jamás lo recuperaremos.
Cuantas vidas tendremos que vivir para al fin encontrar la plenitud de nuestro ser, esa plenitud que consiste en ser libre de todo incluido uno mismo.
Cuantas lagrimas tenemos que derramar para llenar el río de nuestra alma, cuantos kilómetros de esta tierra tendremos que recorrer hasta encontrar nuestro lugar, en ese en el que nada te importa y eres feliz sin nada que te afecte a pesar de estar rodeado de problemas.
Cuantas rejas rodean tu mente, cuantas paredes escuchan tus palabras, cuantos escuchan realmente el grito que se esconde detrás de tu silencio. Será que allá afuera alguien es capaz de entender mi mirada sin que yo le explique nada.
Recién ahora empiezo a avanzar en un camino flotante, es como aprender a caminar cuando uno es niño a pesar de que ni recordamos como nos sentíamos en ese momento.
Hay gente de otro mundo que vive en el mismo planeta que vos que cree conocerte y no se asoma ni a una pizca de lo que realmente eres y que pueden hacer de cuenta que nada existió hasta ahora pero no tienen la misma perspectiva que vos, porque no son vos y no están en tus zapatos. Hay gente para todos los gustos incluso hay personas con las que te sientes tan cómodo que no hace falta hablar para entender los que les pasa.
Cuanto llanto hay oculto hoy en este corazón que escribe todo el tiempo. Últimamente las palabras se ahogan en el silencio porque no hay mucho que contar. Lo que tengo para decir no es para gente de este mundo, mi mundo es otro y solo pocos han tenido la llave para acceder a el.
Son tiempos difíciles y buenos pero el pasado resiente golpea la puerta todo el tiempo y pide que lo deje entrar, de vez en cuando tengo que dejarlo pasar.
BRENDA SEIGUER